Cabalgamos, en estos días, en la última época del curso en la cual muchos tienen que tomar decisiones con respecto a su futuro académico. Pero, muy desgraciadamente, estas decisiones se encuentran condicionadas y limitadas por una afirmación estúpida que todos tan bien conocemos: las Ciencias para los listos y las Letras para los tontos. Tanta listeza y tanta tontería generan tópicos como “las matemáticas de Ciencias Sociales son para homínidos”, “estudiar una lengua muerta no me sirve de nada” o “para llegar a ser algo en la vida tengo que meterme por Dibujo Técnico”. Así pues, estos límites no escritos generan, por ejemplo, menos de una docena de personas estudiando Latín o la gran cantidad de alumnos que, sin las cualidades necesarias, inundan la clase de Dibujo en 4º de ESO o algo mucho peor: la enorme discriminación que se produce entre el alumnado. ¿Por qué tiene que ser más importante un ingeniero que un filólogo? Muchas veces, el que un alumno no estudie aquello para lo que más vale es culpa de esos padres que no saben ver más allá del prototipo de hijo que desean; padres que no se dan cuenta de que el alumno debe de estudiar aquello que más le guste y aquello que concuerde mejor con sus capacidades. Hay que evitar llegar al extremo de clasismo estudiantil que estamos, poco a poco, tejiendo sin darnos cuenta. ¿Acaso yo, que curso Bachillerato de Humanidades y que estudio Latín y Griego y no Matemáticas, que tengo una media que oscila entre el 8,8 y el 9, soy un tonto? De eso nada. Sólo soy un alumno que estudia y se esfuerza en aquello que le gusta y que tiene capacidad. Esa es la única razón que debe distinguirnos.
Por Sergio García.
Para mayor curiosidad: www.elpais.com/articulo/sociedad/Vago/letras/empollon/ciencias/elpepisoc/20080630elpepisoc_7/Tes
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